Jackson Wang: La magia de la humanidad

Por Homero Ramírez L. | Martes 23 de mayo 2023

Fotografías: @el.eme / Lotus

Hubo quejas: faltaron clásicos, recortó "Go Ghost", "Champagne Cool", tardó unos minutos en salir. Todo lo demás lo hizo bien Jackson Wang en su primer concierto en solitario en Chile, el mismo que se extendió por casi tres horas para que la masa hiciera abandono masivo del Movistar Arena cuando el lunes ya era martes, cuando locomoción no había, con las almas brillando después de un espectáculo de la más alta lid, de la calidad de los consolidados y lo inevitable sucediéndose frente a las caras occidentales: la música oriental va por la conquista del mundo con una puesta en escena insuperable.

Fotografía: @el.eme | Lotus | Jackson Wang | Movistar Arena

El chino JW es cercano al público al punto de frenar 20 minutos el show para trabajar con los guardias en busca de identificar y ayudar a cada chica aplastada o con riesgo de desmayo. Es tan real que mientras se entrega al 101% advierte que primero están las personas y su seguridad y que el entretenimiento es segundo: está allí para decirle a su audiencia que "está bien no estar bien" y que "ser perfecto es ser tal como uno es, no hay reglas" en ese respecto. "Está bien sentirse solo, yo me siento solo a veces", dialogó después de "Drive You Home" para deslumbrar con un peak de la noche, como lo fue la sucesión entre "Blue" y "Dopamine", dos de las piezas más emocionantes de la gira, las más pausadas, las que incitan a pensar.

Fotografía: @el.eme | Lotus | Jackson Wang | Movistar Arena

En una velada consciente, la conquista de Santiago fue total. No solo se impuso Wang desde el discurso, uno guiado por proteger la salud mental de cada presente, sino que en espectacularidad tejió una épica con plataformas, fuego, pantallas, cuerpo de baile (él siendo parte fundamental), alcohol, delirio, procesión de rock que desembocó en "LMLY", cinco cambios de ropa, un artista exhausto al cabo de la veintena de hitazos con "100 Ways" tras la bajada de telón, la enérgica "All the Way" para los juegos de luces de teléfono, "Love You 3000 II" con una enamorada del público totalmente atónita de la mano de su ídolo, y todo esto antes de que la sensualidad asumiera roles titulares. Iba a recordar a su familia, los inicios en la industria, el camino a un hoy pleno.

Fotografía: @el.eme | Lotus | Jackson Wang | Movistar Arena

El ambiente dio un giro radical hacia el mundo de las pasiones en la recta final del set de base. En "The Moment", otra afortunada fan se sentó en una silla rodeada por el frontman y sus colegas masculinos en el punto de ebullición de su vida, con el movimiento acaparando miradas de envidia y, por cierto, júbilo. Con "Cheetah" el cuerpo de bailarinas se arrastró por la tarima en cada costado del también miembro de Got7, que canta al amor y sus vicisitudes en una lógica rock-pop. Es un k-poper descolgado de la escena, puesto que su pulcritud está en la ejecución, y sus ganas de querer saltar cada valla se grafican en una propuesta donde el esfuerzo físico es eje así como lo es el agradecimiento, el "ustedes también pueden cumplir sus sueños". Después del evento, hizo un Live en Instagram evidenciando cómo lo masajeaban caminando sobre él. Su espalda tenía que estar lista para Ciudad de México.

Fotografía: @el.eme | Lotus | Jackson Wang | Movistar Arena

Jackson Wang remató con contrastadas como "Drive It Like You Stole It", "Cruel" y una muy extendida "Blow", puro fanservice para que la arena completa la coreara con más fuerza que nunca, en quizá el punto donde la voz oriental -que en la radio se puede confundir con cualquier occidental de nivel- alcanzó su punto más resonante. La pista pasó a segundo plano. Fue su apoyo, obvio, porque se movió todo el tiempo y ley es que nunca hay que bajar el nivel de lo que se está escuchando.

Fotografía: @el.eme | Lotus | Jackson Wang | Movistar Arena

Después de la etapa de chaqueta, camisa con transparencia y deleite generalizado, el dream team volvió a escena para carretear casi una hora más, con DJ set de fondo e invitaciones múltiples a miembros de las primeras filas a bailar en la tarima. Ya era medianoche y el nacido en Hong Kong había hecho reprise de sus hits, se paseaba a saludar, juraba sus "I love you" y junto a Kat y sus acompañantes hervía entre saltos y gestos de amor. Estaba agotado, respiraba cansado y no había cómo bajarlo. Allí pidió que "lleguen seguros a casa, dúchense y sueñen conmigo. ¿Me lo prometen?". De pronto todo se apagó y el hito se convirtió en memoria colectiva, esa de romper prejuicios y, citándolo por última vez, encontrar que la magia de cada uno está en cómo se es. ¡Y vaya qué humano es el orgullo de Kowloon Tong!