Bring Me the Horizon en Chile: Un ritual sonoro y multisensorial

Lukas Cruzat y Homero Ramírez | Martes 3 de diciembre 2024
Fotografías: @lukascruzat
Síguenos en todas nuestras redes sociales como @allaccesscl
Bring Me the Horizon es una banda icónica que desde que se consolidó mundialmente desde que llena estadios y Oliver Sykes un screamer de excelencia y una solvencia en el escenario que está repleta de argumentos: una entrega que le ha facilitado al ingreso del olimpo de la música. En su primer Movistar Arena, estaba tan emocionado el frontman de los sheffielders que quiso jugar al show del megaevento en todo momento, propiciando la participación de esos que están desde el primer día y también a los que se acaban de sumar a la aventura, en su fase NeX GEn, un derroche de potencia musical condimentada por un deleite visual, con el fascinante personaje de Eve dirigida a su Chile infalible que saltó descontrolado la hora y 40 minutos, una de moshpits para todo gusto. Se ha solidificado un vínculo inquebrantable entre el colectivo británico y su público chileno.

El inicio de la procesión fue una explosión de energía, la cual llegó con los primeros acordes de "DArkSide". El arena enloqueció y la cancha dibujó una espiral de locura que podía ver la banda desde el escenario y las plateas, observadoras de un espectáculo en paralelo en medio de la pista, pensada para los apasionados. El fuego de "MANTRA" y "Happy Song" funcionó como un manifiesto sonoro e iluminado predominantemente de rojo, envuelto en una tarima de ambiente gótico y terrorífico.


La velada se centró en el gran protagonista, que llega a cada tono por más que estos se diferencien por completo unos con otros. Un Oli idolatrado por generaciones, carismático y todavía subiendo escalones de empoderamiento, demostró su valor incalculable al transitar en viajes de ida y vuelta entre la agresividad y la melancolía y fue hilo conductor de un setlist que combinó lo mejor del pasado y el presente de la banda, uno tan eléctrico como siniestro, peculiar como profundo, digno de admirar porque no tiene piezas al azar: durante todo el desarrollo es cine para tus sentidos. "Teardrops", “Kool-Aid”, "Sleepwalking", "Kingslayer" y “Can You Feel My Heart” fueron recibidas con una intensidad ritual por parte del respetable, que coreó cada verso cual mantra colectivo.

Vienen siempre pero esta vez a su más grande presentación en solitario. A dar la más consistente también. Esa del papel picado en “Throne”, los fuegos, un programa serio en el que se advierte a todo presente que BMTH es parte del problema. Y en una convocatoria especial en la que se exploraron sensaciones, sonaron temas edificaron fanaticadas y se vio a Oli en su 100%, sobre todo en “Drown” por su costumbre de interpretarla con los que se bancaron la primera fila, Bring Me hizo música multisensorial, reafirmó su status innovador, enamoró y se fue lleno de amor y transformó con simbolismo un concierto en una muestra de arte.