Domingo de Creamfields 2024: La previa ideal de algo más grande

Por Homero Ramírez | Lunes 18 de noviembre 2024
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El Creamfields Chile 2024 dejó de ser una realidad en curso y se ha convertido en un (bonito) recuerdo. Uno de, en el caso de su servidor, 42.000 pasos dentro de un parque exigente, con muchísima tierra, rigor, música y climas por doquier. Es que la lluvia del sábado quedó en el olvido en un domingo de sol y un “Ants” que ha oficiado de coliseo en el que un par de miles lo dio absolutamente todo a nivel físico frente al especial de house organizado por Paco Osuna, que llevó Ibiza a Santiago sin escalas en una tarde de sets especiales y reconocidos de Melanie Ribbe, Ilario Alicante, Kölsch, Manu Gonzalez y Franky Wah en medio de la hostilidad de tormentas de tierra provocadas por las coreografías.
Mientras tanto, en el Feral Stage la rigurosidad del techno fue totalmente implacable, replicando imágenes del día anterior con potencias ligadas al descontrol y la euforia. El show de Victoria, la bajista de Maneskin, delirante: saltó e hizo saltar, apeló a sonidos en portugués combinados con beats hipnotizantes y de sometimiento al sonido. A la hora de Sara Landry, cuando el festival estaba por apagar sus luces, aquella pista de baile lucía como un reformatorio donde seguir el ritmo era la primera de las reglas para el éxito.
Fisher contagió de buena onda en una virtud que acababa de plasmar sobre el escenario principal el muy peculiar Steve Aoki, pero el australiano lo iba a hacer con argumentos musicales más pesados, mezclas icónicas y una muy cuidadosa intención por dejar el ambiente lo más arriba posible. “Somebody That I Used to Know”, su recientemente lanzado remix con Gotye, Kimbra, Chris Lake y Sante Sansone también reinventa un clásico y lo eleva no solo a la imaginación del prodigio de la Gold Coast, sino que lo convierte en un empoderado corto para grandes estadios y megaeventos. Cuando ya habían arrasado las creativas gráficas y el desplante escénico, “Losing It” hizo el resto.
Entonces Alesso cerró y nada de sutil apostó por la artillería pesada, con números de la talla de “Calling (Lose My Mind)” -tema de culto con Sebastian Ingrosso y Ryan Tedder- o “If I Lose Myself” con OneRepublic, como para demostrar que lo del sueco es todo un concierto para ir a cantar, emocionarse entre pirotecnia, luces y recuerdos y una solvente clase sobre cómo hacer EDM. El post show, de 15 minutos de un repaso generalizado por la electrónica y fuegos artificiales, recordó que en 2025 serán 20 años de Creamfields, que algo más grande viene en el horizonte y, oh, superar a Swedish House Mafia no va a ser sencillo. Pero en la sorpresa siempre está el secreto. Y no por nada ya son dos décadas.