Clap Your Hands Say Yeah en Chile: El riesgo de ser libre (y ser feliz en el proceso)
- Lukas Cruzat V.
- hace 2 días
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Homero Ramírez | Domingo 15 de junio de 2025
fotografías: Sebastian Umaña
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Hay noches en las que Santiago se paraliza por una banda y la del sábado 14 no fue excepción: Clap Your Hands Say Yeah dio su quinto concierto en la ciudad y el primero en 7 años para celebrar y nunca dejar de hacerlo: la cita al Club Chocolate incluía la conmemoración de las dos décadas del disco homónimo, uno que inspiró a una generación y que suena vigente, atemporal, como sacado de un cuento que quedó inconcluso y que se puede retomar en cualquier momento.

Si bien Alec Ounsworth es el único miembro oficial de CYHSY, llegó acompañado de una banda que entiende a la perfección cómo conviene ejecutar un disco histórico que revolucionó el indie rock y que lo revolucionó siempre desde la cultura independiente, esa que no necesita sello para conquistar oídos a lo largo del mundo, que luego de 10 años puede escucharlo en su totalidad y reconocerlo, abrazarlo, sentirlo de verdad. “Es una oportunidad para reconectar con personas que quizá dejaron de seguirnos o que olvidaron cuánto les gustaba ese disco”, adelantó en entrevista con All Access dos semanas antes cual presagio.

La gente en el Chocolate estaba súper prendida. Sabía lo que iba a escuchar y que la nostalgia iba a ganar. Ya con los primeros acordes de “Over and over (Lost and Found)” el recuerdo de otro tiempo apareció en los pensamientos de esos que fueron al Bella porque buena parte de su vida escucharon esa melodía. Ni hablar de Alec y el guitarreo tan representativo de “Is This Love” o de la electricidad inicial y final de “The Skin of My Yellow Country Teeth”, el hit que es tan fuerte que en la previa del encore la cancha y la platea la seguía coreando… una hora después que todos saltaran desenfrenados durante esas estrofas que salen de memoria.

“Upon This Tidal Wave of Young Blood” se la dedicó Alec a lo que no le cuadra políticamente hoy en Estados Unidos, recibiendo positivamente una bandera de Palestina, y “Satan Said Dance” la coreó al borde de la primera fila con todo el mundo rendido a la propuesta, que fue como la vida misma fue un vaivén de ritmos rápidos y lentos y en “Where They Perform Miracles” alcanzó el punto máximo de la intimidad. Porque en la compensación de las energías está el equilibrio real; la sinceridad de las experiencias y las creencias. Como tomar el riesgo de ser libre (y ser feliz en el proceso).
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